jueves, 10 de julio de 2014

El avance de cultivos agrícolas cambia la presencia de aves en parte del Chaco


El forzoso cambio de los ecosistemas incide en la pérdida de biodiversidad, así como afirma el siguiente artículo publicado por PIEB-

PIEB
El avance de cultivos agrícolas cambia la presencia de aves en parte del Chaco   
Periódico Digital PIEB • 07-07-2014 Aves Chaco Periódico Digital PIEBLa ampliación de la frontera agrícola está causando cambios en la fauna de la región del Chaco, más exactamente en Villamontes se ha visto que la presencia de los cultivos de la colonia menonita ha permitido el cambio en la estructura de las comunidades de aves que se acercan para alimentarse de las plantaciones y desplazan a las aves propias del bosque, según el biólogo Efraín Peñaranda Barrios.
Hace cerca de diez años que Peñaranda hace seguimiento a la fauna de la región, base sobre la que ha publicado recientemente su libro “Fauna silvestre Planta de Gas La Vertiente”, que está ubicada en la provincia Gran Chaco de Tarija, con información sistematizada desde 2005 sobre los rangos de distribución, descripciones, nombres comunes (español-inglés), nombres nativos de la etnia Weenayek y fotografías de 10 especies de anfibios, 16 de reptiles, 128 especies de aves (44 especies migrantes) y 11 de mamíferos.
No es la actividad extractiva (de hidrocarburos) la responsable del cambio de uso de suelos, dice el investigador, sino la intervención en los ecosistemas de bosque por la ampliación de la frontera agrícola para introducir cultivos de sorgo, soya y girasol. “Eso ha cambiado la estructura de comunidades de aves, por ejemplo hemos registrado especies de aves del bosque abierto que normalmente no se las registraba en la zona. Hay algunas especies de aves que son especialistas de áreas abiertas que no habían sido registrada en los últimos 10 años”, explicó.
Los ecosistemas de bosque chaqueño están habitados por un ensamble de aves que actúa en bandas mixtas, se trata de pequeñas especies de aves que se alimentan en el interior del bosque y recorren diferentes pisos altitudinales en busca de ese alimento. Peñaranda explica que, por ejemplo hay un grupo que se alimenta del néctar de hojas, otro grupo que prefiere insectos y que es espantado por el primer grupo de aves; es una asociación en busca de alimentos y son especies que dependen de un tipo de bosque en particular. El desmonte y la pérdida de cobertura boscosa han provocado que estas aves se desplacen a otros lugares.
Las áreas abiertas (sin bosque) son pastizales o cultivos que se constituyen también en hábitat para otro tipo de aves, en este caso aves no originarias del lugar. Ante la alteración de bosque, otros pájaros encuentran un nuevo recurso, un nuevo hábitat y comienzan a intervenir la región. Entre estas aves nuevas están el Gorrión de la pampa (Ammodramus humeralis), el Jilguero azul (Volatinia jacarina) y la Tijereta (Tyrannus savana) que se alimentan de semillas y granos de los cultivos donde habita, en este caso la colonia menonita El Palmar.
¿La actividad extractiva no afecta también a la fauna del lugar? Peñaranda comenta que inicialmente sí, pero las intervenciones, como sucede en La Vertiente, suelen ser “restrictas y bastante controladas, no solo por su propio sistema de gestión empresarial sino por el aspecto legal al rubro de los hidrocarburos”. La planta de gas La Vertiente, por ejemplo, dice el biólogo, tiene una concesión de 50 hectáreas desde la década de los 70; en cambio la agricultura impulsada por la colonia menonita ha desmontado más o menos unas 10 mil hectáreas en los últimos cinco años.
“Me parece que la agricultura extensiva está causando mayores problemas que las intervenciones de tipo industrial, que son más específicas, intervienen zonas más pequeñas y no son tan fuertes como la agricultura”, dice Peñaranda. La región estudiada está a 18 kilómetros de la población de Villamontes.
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